dimecres, 4 de març del 2015

París, Londres, el Vaticano y la Roma fascista daban por hecha la independencia de Cataluña

3 marzo, 2015

El historiador Arnau González i Vilalta ve un paralelismo claro entre los años 30 y la actualidad y en un reportaje que publica la Fundación de Estudios Históricos de Cataluña sostiene que “tanto entonces como ahora, todo depende de lo que decidimos aquí”.



El historiador Arnau Gonzàlez i Vilalta


Barcelona (INCAT-FEHC).- El historiador Arnau Gonzàlez i Vilalta publicó el estudio denominado “Con ojos extranjeros – Cuando Cataluña preocupaba en Europa – Diplomacia y prensa internacional durante la Guerra Civil” (Editorial Base), que detalla cómo las principales potencias mundiales daban por hecha la independencia de Cataluña en 1936-37.

Sostiene que, ahora, los cónsules destinados en Barcelona “hablan de los mismos temas” que ya hacían en esos años, aunque con la gran diferencia de que entonces “la solución militar era posible por los contrarios a la secesión, y ahora no”. Teniendo claro este punto, sostiene que las alegaciones consulares en Barcelona ven “posible” el Estado catalán. 

Ahora bien, como entonces, asegura que todo dependerá de si el soberanismo se decide a proclamar la independencia de Cataluña, lo que no se atrevió a hacer en 1936. “La decisión debe tomarse aquí. Y lo que se decida así, será aceptado o acomodado –en un plazo más corto o más largo– en el mapa político-económico global”, defiende. Y, como entonces, nadie ajeno a Cataluña no moverá un dedo para favorecer su independencia. Ni mucho menos, el Estado: “El ministro Margallo, en el fondo, lo que nos dice es: o se atreven, o no se atreven. Tendrán que hacer una Declaración Unilateral de Independencia (DUE), porque nosotros no vamos a negociar nada”.

– Si los cónsules destinados en Barcelona en 1936 hablaban sobre la posible independencia de Cataluña….. actualmente de qué hablan?


— En conversaciones privadas que he tenido con algunos de los cónsules actuales, pues hablan de lo mismo, pero en un contexto diferente al de entonces, en la que había violencia, revolución, potencias enfrentadas, fascismos….. Lo viven con mucha más normalidad, creen que sería posible. La diferencia de los años 30 con esta época es que entonces Cataluña estaba inmersa en un mapa europeo en el que la solución militar era posible por los contrarios a la secesión, y ahora no. Y, además, hoy en día es mucho más sencillo ser un país pequeño independiente, porque parece que nadie te agredirá, nadie te ocupará, y ya no dependes de un mercado estatal para vender tus productos.

– El Deutsche Bank también lo reconoce.

— Los diplomáticos hablan de lo mismo. Pero, evidentemente, nadie quiere que haya ningún cambio de fronteras en Europa.

– El primer ministro francés, Manuel Valls, no para de decir que quiere una España unida.

— En los 30, si la Generalitat hubiera querido la independencia, Francia le hubiera apoyado. Hubiera sido necesario ver qué capacidad real tenía para hacerlo porque se encontraba en un momento crítico. A la marina militar francesa les parecía perfecto. Pero no hizo nada porque no tenía capacidad militar y porque hubiera provocado la II Guerra Mundial, seguramente. Francia era la potencia débil, con un fascismo muy potente, y con muchos frentes abiertos. Cataluña tenía el aliado posible más débil en aquellos momentos. Ahora, si se hubiera independizado entonces y más tarde hubiera sido ocupada por otro Estado….. al terminar la II Guerra Mundial, aunque también habría sido diferente.

– En cualquier caso, ahora, la postura pública de Francia es contraria al proceso.

— El pragmatismo, tanto en los 30 como ahora, es el elemento clave de la política internacional. Nadie apoyará una independencia “a priori”, pero luego se adaptarán, o intentarán hacer entender a Madrid que hay que ir para otro lado….. Es decir, lo que no entienden los diplomáticos es la actitud española de negarse sistemáticamente a todo. Y no la comparten, porque ven que el problema está ahí. Y cuando hay un problema real, no se entiende que se quiera encontrar una vía intermedia de solución. No entienden el “no, no y no” español, y les parece inaceptable.

– Durante la Guerra Civil, los países que reconocieron el bando sublevado tuvieron que cerrar las delegaciones en la España republicana. Ahora, en caso de independencia de Cataluña, también tendrán un dilema, sobre qué hacer con el consulado en Barcelona?

— Evidentemente. Si se produjera este escenario, París, Londres, Washington….. tendrían que decidir si cerrar el consulado, transformarlo en embajada o degradarlo a una representación de negocios. Personalmente, creo que no se produciría ningún cierre, porque en Cataluña hay muchos ciudadanos extranjeros y muchas empresas extranjeras. De hecho, en los 30, los italianos querían mantener el consulado en Barcelona a pesar de reconocer a Franco. También creo que automáticamente no pasarían a ser embajadas.

– Entre otros motivos, porque Madrid expulsaría los embajadores de estos países…..

— Los juegos diplomáticos son un billar: si haces algo aquí, tiene efectos allí. Se llamaría a los embajadores en Madrid y se les reclamaría que cerraran las representaciones en Barcelona, ​​la Generalitat también presionaría para que pasaran a ser embajadas…..

– En todo caso, hasta que no haya una acción en Barcelona, ​​no se debe esperar la reacción de nadie?

— Tanto en los 30 como ahora, todo depende de lo que resolvamos aquí. Pero la decisión debe tomarse aquí. Y lo que se decida así, será aceptado o acomodado –en un plazo más corto o más largo– en el mapa político-económico global.

– El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ya dijo que si Cataluña se proclama independiente, él se pasará el día en el teléfono llamando a los principales centros de poder, y desde Barcelona se hará lo mismo. Y, al cabo del día, se verá quién tiene más apoyos…..

— Sí, claro. Y no seremos alguno de esos territorios que han quedado colgados de la mano de Dios. Podemos tener una semana de limbo, que dentro del control estemos en la nada internacional, puede haber un cierto escenario de tres y cuatro días de aparente vacío, pero evidentemente en pocos días esto se irá acomodando. La Alemania Oriental, en 1989, no vivió ni seis meses de no legalidad donde la gente se dedicaba a asaltar las sucursales bancarias y a matar a la gente. Pues, en pleno siglo XXI, todavía menos. El ministro Margallo, en el fondo, lo que nos dice es: o se atreven, o no se atreven. Deberá hacer una DUE, nosotros no vamos a negociar nada.

– ¿Por qué en los 30 el cuerpo consular daba la independencia por hecha y no pasó?

— Era una sociedad muy diferente a la actual, con tensiones sociales muy notables. Gobernaba ERC, que era un amalgama de corrientes de izquierdas que quedó muy debilitada por el estallido revolucionario de julio del 36. A los cónsules les parecía evidente la independencia porque la mayoría de personas ilustradas de Europa tenían muy claras las diferencias culturales, identitarias y de carácter de Cataluña respecto al resto de pueblos ibéricos. Hoy en día, esta percepción no es tal, porque nos hemos ido españolizando. También debemos ver que el mapa de la Guerra Civil llevaba a esto, porque Francia estaba quedando rodeada por Alemania, Italia y España. Pero desde el catalanismo no se atrevieron a hacer nada, la gente de ERC que lo podría haber hecho –Casanovas, José María España, Ventura Gassol– no tenía suficiente fuerza. Todo fue falta de valentía.

– El libro tiene un alto componente ideológico. Teme que se le pueda desacreditar académicamente?

— No, porque está ultra-documentado. Además, cuando vas a los archivos diplomáticos, está la carpeta catalana. No está todo mezclado. Hay una entidad propia catalana, está segregado. Esto no te lo encuentras ni con La Rioja ni con el País Vasco. Lo que es sorprendente es que nadie fuese antes por los archivos diplomáticos y viera que hay decenas y decenas de telegramas e informes diciendo que la independencia de Cataluña era una hipótesis posible. Y la prensa también lo decía, la cuestión se puso sobre la mesa.

– En el libro analiza también la aparición de Cataluña en la prensa global de la época. El hecho de que el proceso no vaya tan rápido como algunos independentistas querrían, es positivo para la opinión pública internacional?

— Es difícil conjugar las velocidades que querría todo el mundo, pero es evidente que, de cara a la opinión pública internacional, el ir madurando esto durante tres y cuatro años es positivo. Porque, al cabo de los años, el lector alemán ya no tiene la percepción de que no sabe nada de Cataluña. Ya tiene asumido que habrá unas elecciones que sustituirán el referéndum que no pudieron hacer. Sí, esa cierta lentitud va bien. Pero es que cuatro años no son nada! Y si en 2000 nos hubieran dicho que del 2011 al 2015 pasaría esto, hubiéramos firmado encantados. No son ni legislaturas completas! Si en 2016 esto termina en algo, habríamos completado una legislatura desde las elecciones de 2012.-

crc


Enllaç noticia :

http://www.agenciaincat.la/?p=12156